En mi última visita a Cuba, un amigo me dijo que el tema de Yoani Sánchez era irrelevante en la Isla, con lo cual estoy absolutamente de acuerdo.
En la Isla nadie conoce a Yoani ni a otras personas que han adquirido relevancia internacional por la campaña feroz en contra del gobierno cubano que despliega alguna prensa europea y los medios de la ciudad de Miami, entre otros.
La prensa del Condado Miami Dade es un factor importante en la diseminación de noticias relacionadas con Latinoamérica y el Caribe, porque la cantidad de latinos que viven en la ciudad y los recursos que unos cientos de ellos administran, convierte a esa prensa en fuente de referencias para muchos medios en Centro y Sur América.
Sin embargo, siendo Yoani irrelevante en el escenario cubano actual, donde el debate alrededor de fórmulas políticas nuevas y de críticas al proceso es cosa común actualmente entre intelectuales y periodistas, con una débil exposición del mismo en la prensa oficial, su figura es un asunto diferente en Washington y Miami.
Yoani se diluyó con la misma rapidez que hizo aparición en la prensa y la radio de Miami y en periódicos como El País de España. Todos los autores coincidimos con su fugaz relevancia en los medios. Ahora bien esa fugacidad no la hace irrelevante respecto a la política exterior estadounidense, porque precisamente su volatilidad quizás esté muy ligada al daño que le ha ocasionado al llamado exilio histórico, el cual no es más que un puñado de acaudalados y políticos de origen cubano, que mantienen a un pequeño grupo del mismo origen, viviendo de memorias distorsionadas por el tiempo y la nostalgia.
El apoyo más importante que recibió en Miami, ciudad sede de la contrarrevolución y adversaria de todos los procesos políticos que aspiran a transformar los conceptos económicos y políticos de hoy, provino de la Fundación Nacional Cubanoamericana.
Dicha organización fundada por Más Canosa, integrada por comerciantes y empresarios, con capacidad de negociación como buenos mercaderes, decidió apoyar a Yoani, al menos públicamente, para no perder la vigencia y protagonismo que su presencia les ocasionaba.
De aquí que el 28 de marzo Pepe Hernández, Presidente de la organización, junto con un grupo de miembros de la misma, le ofreció una calurosa acogida. Pepe Hernández estuvo acusado por la posesión de un fusil Barret calibre 50, ocupado en una embarcación que se dirigía a las inmediaciones de la Isla Margarita en Venezuela, con la intención de asesinar a Fidel Castro cuando años atrás asistía a una reunión en ese país.
El 29 de marzo Yoani desayunó con Más Santos, dueño principal de la compañía MasTec y jefe por derecho propio de Pepe Hernández. Junto a él estuvo su subordinada Eulalia García Pedroso.
La actitud de la Fundación, así como de otras organizaciones menos discretas en manifestar su filosofía de la violencia política como el medio idóneo para derrocar al gobierno cubano, se debe al cambio de estrategia de Washington. En la capital de Estados Unidos han decidido obviamente dedicar los presupuestos subversivos millonarios en contra del Estado cubano, a personas que viven dentro de la Isla, que manifiesten una filosofía contestataria radical, acompañada de una estrategia provocadora.
En el pasado solamente recurrían a personas exiladas con tendencias insurrectas o terroristas, defensoras de la violencia política.
Al cambiar el panorama interno cubano, donde una relativa estabilidad ha reemplazado la era de la agresividad militar directa practicada por Washington hasta principios de los noventa, la flexibilidad social y la tolerancia se han impuesto y como consecuencia es posible la aparición de personas como Yoani, quienes se benefician de los presupuestos del Departamento de Estado estadounidense dirigidos al derrocamiento del gobierno cubano.
Innegablemente que Yoni le ha restado protagonismo a las organizaciones tradicionales del llamado exilio cubano, con lo cual deberán cambiar su discurso prometiendo regresar al pasado o desaparecer. Pero si lo cambian entrarían en contradicción con la estrategia del regreso y por ende también desaparecerían perdiendo la poca influencia que les queda entre los emigrados cubanos posteriores a la década del setenta.
En su confusión, algunas de estas organizaciones, las más radicales y militarizadas, así como también las más fanáticas como Vigilia Mambisa, aunque criticaron públicamente a la Niña Dorada de Washington, quien sustituye históricamente a dos figuras del pasado, Manuel Arrimes y Jorge Más Canosa como la nueva escogida, aceptaron luego de sus primeras propuestas, retirar sus desavenencias del escenario público.
Yoani creó un verdadero despelote dentro de las filas directrices de ese llamado exilio cubano, ayudando a profundizar un poco más el hueco donde finalmente terminan los conservadores de cualquier idea política ortodoxamente estructurada.
Por eso Yoani desapareció como la espuma, porque aunque Washington promueve su imagen, para permanecer Yoani como figura requiere de seguidores en el exterior y quienes pudieran apoyarla no creen en soluciones internas nacidas desde dentro de la Isla, a pesar de que públicamente manifiestan lo contrario. Esto pone en evidencia el desacuerdo que está surgiendo entre los tradicionales cubanos del llamado exilio y Washington.
Yoani, ni ninguno de sus semejantes, son solución para el buen desarrollo político de Cuba, simplemente porque están atados al cordón umbilical de Estados Unidos y eso entra en contradicción con el desarrollo de una sociedad que lleva más de cincuenta años pululando entre agresiones provenientes del exterior, errores conceptuales y prácticas erráticas nacidas del estalinismo soviético.
Ninguna solución puede surgir de la subversión en una época donde las libertades son entendidas mundialmente de manera diferente al pasado y menos en Cuba, donde las personas apuestan por vivir con tranquilidad, disfrutar de una economía eficiente y estar libres de amenazas externas para poder hallar soluciones mediante un debate entre iguales.
La aparición de Yoani, con intención o sin ella por parte de sus creadores y promotores radicados en Washington, produce un vuelco dentro de las fuerzas que tradicionalmente han estimulado el enfrentamiento de Estados Unidos con Cuba y quienes en múltiples ocasiones han dirigido la política estadounidense respecto a la Isla.
Esta nueva situación, surgida a propósito o a contrapelo de quienes la propusieron, si bien no tiene relevancia directa en el ciudadano cubano, sí la tiene para ayudar a conformar una comunidad migratoria futura normal, que deje de ser un elemento de desestabilización política para su país.
Yoani contribuye sin dudas al desmontaje de la subversión tradicional de origen cubano radicada en Miami, pero también crea una situación especial para las autoridades cubanas, en una época en que el gobierno acaba de establecer un sistema obligatorio de contribución.
Si Yoani financió con recursos propios su gira mundial por más de ochenta países, tendrá que declarar ingresos extraordinarios y posiblemente pagar los impuestos correspondientes y si su viaje fue financiado habrá de esclarecer quién o quiénes asumieron el costo.
Sin dudas que estamos ante nuevos tiempos que seguramente nos deparan nuevas y mejores experiencias.
Esto es, en resumen, cómo lo pienso yo y cómo lo veo.
Lo escribo para deleite de quienes entienden, para los que no quieren entender y para aquello que nunca entenderán.
*Lorenzo Gonzalo periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.
(Tomado de Cubainformación)
Claro, se la puede atrapar así como en Estados Unidos cogieron a Al Capone, no por asesino y mafioso sino por no pagar impuestos. Paradojas que se dan en el imperio.
Así la inefable Yoanni tendrá que decidir si le es fiel a los poderes de fuera o contribuye legalmente con su patria, que es un deber de todos y todas. Ahí la queremos ver, dijo el chavo.