Discutir sobre el uso de Internet y las comunicaciones, en función de la gobernación, la economía y los procesos políticos cuesta 27 000 dólares en efectivo. Al menos así lo cree John Peter Opdal, embajador de Noruega en Cuba. El funcionario otorgó la cifra a los blogueros Norge Carlos Rodríguez Almiñán (https://saliralamanigua.wordpress.com/) y Taylor Emilio Torres Escalona (miembro de la comunidad Juventud con voz http://www.juventudconvoz.org) para organizar un evento del 30 de septiembre al 2 de octubre en la embajada del país nórdico en la Isla.
Llama la atención en el actual contexto de conversaciones, entre Cuba y Estados Unidos, y Cuba y la Unión Europea (UE), un cambio de táctica casi común, demasiado consecuente acaso, hacia la nación caribeña. Se trata de una relación compleja entre estos tres actores, donde Estados Unidos, por tendencia ha asumido protagonismo como enemigo declarado y violento, con las medidas más duras, y con un bloqueo económico comercial y financiero con más de medio siglo. Es decir, como tendencia, los gobiernos estadounidenses han representado el garrote. Aunque ahora, según explicitó Obama en su discurso del 17-D, sus mejores embajadores son sus propios ciudadanos.
Por su parte, la UE, ya había asumido la “posición común” con respecto a Cuba desde 1996, un pacto impulsado por el entonces presidente español José María Aznar y corroborado por 15 de los miembros del bloque. No obstante, hay países europeos que han jugado más a la táctica –o a la máscara de la neutralidad- con Cuba. Se han disfrazado, a veces, de zanahorias. Juegan a ser neutrales.
Lo que surgen son varias sospechas, cuando Estados Unidos explicita un cambio de táctica pero no de estrategias respecto a Cuba, y cuando sus aliados europeos siguen esta misma tónica de “entrada suave”. Creerán que su finalidad justifica sus modos. Y sus modos encuentran centro en el pensamiento, en la cultura, entendida como modo de vida y reproducción de los humanos y las sociedades en general. Así que, como buenos neoconquistadores culturales, ambos intentan imponer sus paradigmas al sur, especialmente a la isla rebelde: régimen pluripartidista y economía de mercado (o sea, neoliberalismo, en buen español).
Se me ocurre preguntar, por ejemplo, ¿por qué Suiza y Noruega se convierten en lugares comunes para aquellos que se declaran “disidentes” del gobierno cubano? Noruega, específicamente, es aliado militar de Estados Unidos y cómplice de la aventura Afganistán. ¿Acaso se trata de financiamientos sin segundas intenciones? La necesidad del intercambio cultural es obvia, pero ¿hasta qué punto es permisible cobrar dinero extranjero para discutir problemas de “gobernación, la economía y los procesos políticos?
El evento que Opdal ayuda a organizar, contará con la presencia de expertos de Estados Unidos, Francia, Inglaterra, México y Colombia. Especialmente, asistirá el exministro colombiano de Comunicaciones, Diego Molano Vega.
Las posiciones de los receptores del crédito, Rodríguez Almiñán y Torres Escalona, pueden leerse en sus sitios habituales para publicar. En el artículo Políticas públicas, telecomunicaciones y participación ciudadana, publicado en su blog “Salir a la manigua”; Almiñán expresa:
“En este tema, como en otros, los niveles de secretismo que caracterizan las prácticas del gobierno de Cuba deben desaparecer y ser sustituidos, para bien del desarrollo presente y futuro del país, por maneras más horizontales y transparentes de administrar la cosa pública.”
Torres Escalona, en Enfoque transversal de juventud, una propuesta a incluir en las políticas públicas, divulgado en la plataforma Juventud con voz, opina:
“Es necesario también que de parte de los jóvenes se logre asumir el compromiso de ampliar los espacios de representación y de promover nuevos liderazgos a través del involucramiento de más y más jóvenes en las dinámicas sociales y en el funcionamiento democrático.”
Si el debate en la embajada de Noruega fuera una excepción donde no necesariamente el que paga manda, puede ser incluso válido. Pero los refranes, casi siempre, aciertan.