Por Patricio Montesinos
Las sucesivas actuaciones del actual secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, contra los procesos progresistas en Nuestra América confirman sus estrechos vínculos con la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de Estados Unidos.
Almagro, máximo representante del “ministerio de las colonias de Washington”, dígase la OEA, recibe sumas importantes de dinero de la CIA para desde su cargo agredir a las naciones latinoamericanas y caribeñas donde se escenifican procesos revolucionarios.
El “agente” uruguayo al servicio de la mayor potencia extranjera cumple al píe de la letra las órdenes de su amo en la arremetida que desde territorio estadounidense se orquesta y materializa contra la soberanía y la integración de la Patria Grande.
El nuevo “palanganero” de la Casa Blanca, como igual bautizaron al expresidente español José María Aznar por su servilismo sin límites al exmandatario George W. Bush, se comporta como la principal punta de lanza del imperio para revertir la correlación de fuerzas desde el Río Bravo hasta la Patagonia.
El secretario general de la OEA, con residencia permanente en Washington, tiene como tareas muy bien remuneradas desestabilizar gobiernos progresistas y subvertir el orden regional, y al mismo tiempo respaldar a la derecha y a regímenes golpistas instaurados recientemente en Nuestra América.
Almagro la ha emprendido abierta o solapadamente contra Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otras naciones, mientras se hace de la vista gorda ante los actuales gobernantes neoliberales de Argentina, Brasil y Paraguay, por citar algunos.
Poco o nada le interesa al “palanganero” uruguayo la implementación de los acuerdos para el fin del conflicto en Colombia, y mucho menos que la Patria Grande sea definitivamente una Zona de Paz, como fue declarara por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en su segunda Cumbre celebrada en La Habana, Cuba, en 2014.
Claro que la CELAC, le hace sombra a la OEA y a los intereses de esa arcaica y agonizante organización manejada por EE.UU, y que insisten en resucitarla de cualquier manera.
Por cierto, hablando de Cuba, Almagro parece estar metido en las patas de los caballos, al pretender ser “actor” de una nueva acción subversiva contraria a la mayor de las Antillas, organizada desde el enclave terrorista norteamericano de Miami y por conocidos mercenarios pagados por la CIA.
Según reportes de prensa internacionales, el máximo representante de la OEA fue convidado a recibir un galardón en La Habana que han inventado “opositores” cubanos con el financiamiento miamense.
Por supuesto que las autoridades del decano archipiélago caribeño se arrogan el derecho de impedirle al “premiado” que entre en el país porque su postura constituye un acto contra la soberanía de Cuba.
Conociendo a los cubanos, es recomendable para el “agente” Almagro que deje a un lado su excesivo protagonismo, y servilismo a Washington. La Revolución del 1 de enero de 1959 liderada por el histórico Comandante en Jefe Fidel Castro y por el presidente Raúl Castro es experta en tratar a injerencistas como el ahora secretario general de la OEA. (Pensando Américas)