Por Aurelio Pedroso
Unos para respetar, reprochar, otros para escuchar, aquellos para reír y estos otros para inspirar la más sentida de las condolencias, los pasajeros del carrusel anticastrista de Miami merecen ir al libro de los records por ser partícipes del eterno movimiento sin alcanzar un derrotero final.
Indetenible por décadas, el tío vivo no ha parado sus máquinas ni siquiera para un mantenimiento de rutina. Caballitos multicolores, blancos cisnes, cerditos con color a asado perfecto y cómodos bancos de manera a imitación de conchas marinas para ciertas edades que no permiten determinadas acrobacias, giran a diario ante nuestros ojos y oídos al compás de una melodiosa canción infantil. Todo hecho para deleito de los párvulos mentales y los bolsillos de la industria política de los ultras de Miami.
La estrella de estos días ha sido, sin duda alguna, la filóloga, bloguera, vicepresidenta de la SIP, etc,etc; Yoani Sánchez. De ella, ya he perdido en la memoria la antología de epítetos o sobrenombres que para bien y para mal le han cargado, no pocos la han señalado como la disidente número uno en la isla, la más prometedora, entusiasta y activa luchadora por una mejor nación.
Al margen de no haber desaprobado algunas de las estampas muy bien escritas por Yoani, imaginarme por un momento que estamos frente a una líder en ciernes, capaz de movilizar multitudes para un cambio desde la Punta de Maisí al Cabo de San Antonio, es como suponer que la dama bien pudiera ser nuestra primera mujer cosmonauta. No por las millas en el aire que haya acumulado últimamente, sino por su aventura cósmica, de otra galaxia.
Es casi increíble la paradoja del gran poder movilizador que “ella” y su banda invisible protagonizan en el exterior, y la que pudieran lograr en las calles de La Habana. Por los motivos que sean, a Yoani Sánchez nadie la conoce en la isla. Por tanto y demás, tal vez de ella se pueda esperar que congregue a parte de su familia y algunos conocidos en un acto de reivindicación nacional. Y es que los cambios en Cuba vienen desde adentro y son para adentro, aunque tengan consecuencias beneficiosas hacia el exterior: ella y otros son beneficiarios de algunos de ellos. Y, permítaseme la digresión: sus respuestas ambivalentes, que le han ocasionado la animadversión de sectores de derecha, responden precisamente a que ahora se enfrenta a una realidad nacional movible que ha recibido el beneplácito de la mayoría inmensa de los gobiernos. (Lo dicho me recuerda un trabajo de mi colega Ramy donde marcaba la diferencia de disparar a un blanco estático y uno en movimiento).
Y aquí está, a mi sano juicio, su fracaso si es que pretende hacer carrera política a las buenas, por propia inspiración, o las malas en consecuencia de malintencionadas alabanzas que le inculquen quienes la idolatran y le paguen fuera de Cuba.
En este carrusel en el que ahora ocupa sitio prominente, han pasado otros con más o menos vueltas. Todo depende de algunos requisitos de viaje en los 360 grados de circunvalación. Al célebre y allegado Pánfilo, lo subieron botella en mano y durante algún tiempo sirvió para que notables artistas le hicieran llegar hasta la puerta de su casa la contribución monetaria para darle continuidad al show. Ya hoy nadie le recuerda, ni emplea, ni le conviene.
Otra de las que subieron para bajar no bien dado un par de vueltas fue esa pobre mujer cuyo hijo optó por la muerte aferrado a ideas que no estaban en un blog. Qué razones para eliminarla tuvieron los mismos que ahora veneran a Yoani, es como para pensar que tal vez no fuese de diálogo amplio o que del 9no grado no paso a filo-loga. Reyna Luisa Tamayo, que así se llama la madre del fallecido Zapata, tuvo cortas vueltas en el carrusel. Quizás el color de su piel limita el número de los halagos, festejos y recepciones. ¿Quién se acuerda de ella? ¿Saben dónde y cómo vive? ¿Recuerdan sus protestas por las promesas incumplidas por sus promotores? Ella no califica para darle la vuelta al mundo en 180 días. Para ella y su familia, a quienes invitaron a marcharse de la isla, bastan 90 millas, unos días en la prensa y punto.
El anticastrismo miamense y sus papás fabrican líderes, los usan y hasta traducen a casi 20 idiomas –“muchisísisimos” más que los medios más poderosos del mundo–, después, como todo lo artificial, los desechan. Llevan el destino de los famosos klenex, que también se vende en distintos idiomas.
(Publicado originalmente en Progreso Semanal)