Por: Odile Orizondo Marrero
Primero que todo, disculpen los lectores por un artículo visceral. Segundo, repito que aunque la politiquería me disgusta, lo hacen más las personas “caras de guante”, como se dice en buen cubano.
Estoy aburrida del llantén pro-Yoani. Es de lo más gracioso cómo ella es una defensora de la libertad. Juro por lo más sagrado que ojalá se quedara a vivir en cualquier lugar del mundo y dejara de hablar tanto. Que no se me haga la patriota que el patriota debe tener, ante todo, decoro. En este caso, decoro significa no ser un anexionista barato ni pretender que tu país –sí, ojo, es su país- adopte un modelo, el que sea, que le dicte otro país.
Todo el mundo sabe esto: que Yoani vive en un apartamento que es una propiedad horizontal en el Vedado, que cobra miles de dólares por navegar en la Internet y hablar lo que no es y encima de todo eso tiene una cara “durísima” y llora miseria. Por lo menos hay que tener un poco de recato.
Cuba es un país subdesarrollado. El 59 nos legó un país que –casi- solo producía azúcar. No entiendo de dónde los hermanos Castro han sacado tanto dinero. Vivo en Cuba hace 25 años y jamás me han perseguido, ni golpeado, ni estoy paranoica por la Policía Política –estructura que, por cierto, no existe-. Tengo 25 años, soy irreverente hasta la médula y siempre he dicho lo que me da la gana. Y no tengo registrada ni una línea de Antecedentes Penales. ¿Seguridad del Estado? Sí, claro que hay, como en todo país. Es defensa para Cuba, nunca ataque. Nosotros no mandamos misiles a ningún lado ni tenemos sumido en el terror a medio planeta.
Fidel es tan malo, pero tan malo, que resulta un villano solo creíble para niños de primaria. Ni los de Disney son así. Cuba no pretende ser un imperio en ninguna parte, pero sí defiende sus opiniones. A mí me da igual si mi Presidente vive en el mejor barrio de Cuba y se pone camisas de marca o los trajes que lleva a convenciones son Armani. Es mi Presidente y debe llevar la imagen de mi país a cualquier lugar. Claro que deseo que se vea elegante. Y no solo él, sino toda la delegación que me represente. Hay que ser muy estúpido –perdón- por pretender que un Presidente sea una persona común, pues no lo es.
Yoani defiende los llevados y traídos Derechos Humanos ¿Qué derechos? ¿El multipartidismo? Me parece que no ha funcionado, el mundo sigue siendo una olla de grillos ¿La libertad de expresión? ¡Pero si ella misma dice lo que quiere! (y bastante mal) ¿Que la reprimen? ¿Quién, cómo? ¿No habrá sido su marido el que le rompió el supuesto diente durante el juicio a Carromero?
Sus opiniones son tan, pero tan superficiales, que solo las pueden creer los incultos de Miami. Es una falta de respeto que ella se entreviste con aquellos de la Brigada 2506 – a los cambiados por compotas que eran todos cocineros, los “héroes” que salieron con el rabo entre las patas-, o las ridículas “Radio” y “TV Martí”, que no ve nadie en Cuba porque formamos buenos profesionales para que nuestra televisión no sea peor de lo que ya es.
Yoani, la mercenaria –porque le pagan por decir lo que no es-; la falsa periodista –aunque hay que reconocerle que la Universidad de La Habana hizo una buena labor, ya que como Filóloga sabe hacer buenas historias-; la llorona –es lo único que hace-; la anexionista –EEUU que es una lacra política en el mundo y se creen los “amos del universo” y todavía no tengo claro quién se los dijo-. En fin, y todavía hay gente que la apoya. Evidente, gente que no se sabe de la misa la mitad.
Flaca, quédate. Me da igual dónde. Sé que no lo vas a hacer porque se te cae el negocio y tus admiradores dirán que eres valiente porque regresas. Ojalá, en cierta forma, nuestro país fuese como lo proclamas, para que así en cuanto pisaras esta tierra te pusieran en una celda y no te dejaran salir más nunca en tu vida. En prisión no hay Internet. Pero nada, no lo van a hacer, lo sé, y es una lástima. Yo tendré que seguir oyendo los comentarios de los idiotas que se creen tu cuento, de los que te montan el teatrico para que llores y a ti misma contando en tu papel de “Tía Tata cuentacuentos”.
(Publicado originalmente en Cuba x Dentro)