Por Arthur González.
En su obstinación por fabricar una oposición juvenil cubana que desplace a las generaciones que acompañan a la Revolución, Estados Unidos repite sus viejas recetas, aunque estas no les hayan brindado los resultados esperados, como hacen con la guerra económica, comercial y financiera.
En esa línea de actuación, ahora van utilizar a la Fundación James Madison Memorial Fellowship, para el otorgamiento de nuevas becas solo para cubanos.
Lo interesante de esta flamante convocatoria es su tema de estudio, el cual consiste en un “postgrado sobre los fundamentos del constitucionalismo norteamericano”, impartido en la Universidad de Georgetown, en Washington, del 17.06 al 14.07.2017.
Sin embargo, el mal olor que expele el tema es la exigencia que le imponen a los cubanos que opten por la misma, dejando al descubierto las segundas intenciones del citado “posgrado”, que consiste en “demostrar su capacidad de liderazgo o tener potencial para ello, y además explicar cómo van a promover y difundir lo aprendido en dicho curso”.
Cualquier persona que posea un coeficiente de inteligencia mínimo, puede percatarse de que el estudio del constitucionalismo norteamericano, no guarda relación alguna con la capacidad de liderazgo que posea un alumno.
Lo que verdaderamente pretenden los yanquis es introducirle sus conceptos capitalistas, para cuando en Cuba se realice un referendo que aprobaría la nueva Constitución y entonces esos graduados del “postgrado” influirían en las comunidades para lograr los propósitos subversivos contra la Revolución socialista, con los que tanto sueña el Gobierno de Estados Unidos.
Para derrocar a la Revolución la Casa Blanca no impone límites de gastos y se demuestra en este nuevo “curso”, para el cual cada becario recibirá gratuitamente el boleto aéreo de ida y vuelta a Washington, D.C., con alojamiento y alimentación incluida, más un estipendio de 2 mil 500 dólares.
Un gancho adicional de la promoción del “postgrado” es que estarán incluidas visitas a lugares asociados con la Constitución, en y alrededor de Washington DC.
Tozudos como siempre, a pesar de 60 años de fracasos en su intento por destruir a la Revolución, Estados Unidos persiste en construir líderes juveniles que puedan trabajar en el cambio del sistema socialista cubano, una vez que desaparezca la generación histórica que luchó contra el capitalismo.
Como si se tratara de una empresa y no una nación con sentimientos patrios y conceptos de soberanía nacional, los yanquis insisten en gastarse miles de dólares para tratar de engatusar a los cubanos y demostrarle que su sistema es mejor y más exitoso que el socialismo.
Al parecer se olvidan que Cuba tuvo un sistema al estilo de Norteamérica, que no le dio beneficios a la inmensa mayoría del pueblo. Los ricos engrosaban su capital a costa de la explotación de los obreros y del campesinado analfabeto, sin asistencia médica ni electricidad en los bohíos que tenían por viviendas, al estilo de los que encontró el conquistador español en 1492.
Desde que en Washington escucharon las primeras medidas tomadas por la naciente Revolución, como fue la reforma agraria que entregó tierras a los campesinos por primera vez en la historia de Cuba, el inicio del programa masivo para alfabetizar a quienes nunca pudieron asistir a una escuela, la rebaja de alquileres, la nacionalización de las escuelas privadas donde no podían sentarse juntos negros y blancos, Estados Unidos satanizó el proceso político cubano, e inició sus planes subversivos.
En el año 2009 diseñaron un programa de becas para estudiantes universitarios cubanos en instituciones estadounidenses, donde les impartirían varias asignaturas con el fin de transfórmalos en “líderes comunitarios” capaces de arrastrar multitudes hacia reformas capitalistas.
En abril del 2015 repitieron la historia, asignándole un alto presupuesto a la organización World Learning Inc., con sede en Washington, para un “Programa de Liderazgo de Verano” de jóvenes cubanos de 16 a 18 años, durante cuatro semanas, cuyo trabajo final consistía en un proyecto para trabajar las comunidades.
Evidentemente no aprenden de sus errores porque la pasión les ciega la razón.
Por eso José Martí alertó:
“Las pasiones trastornan y el interés aconseja villanías…”