(Tomado de PostCuba)
Se pensó que el clan Gourriel
por la atención recibida
entregaría su vida
por Raúl y por Fidel.
Pero el sabor de la miel
que gratis se paladea
con exceso al ser marea
y hasta suele provocar
que el rumbo pueda cambiar
y abandonar la pelea.
Primero a papá Gourriel
un pelotero de raza
aquí tuvo cuantas casas
se le ocurrieran a él.
Siempre en nombre de Fidel
también de la Revolución,
tuvo carros y atención
por su deportiva hazaña
sin haber cortado caña
ni mojarse en un ciclón.
Nacieron los Gourrielitos
con una estrella en la frente
y pronto ya en su mente
se les veía igualitos.
Nunca fueron Camilitos,
ni al campo marchó su escuela,
no se alumbraron con vela
ni sufrieron apagones,
con exceso de atenciones
sin faltarles lentejuelas.
Recuerdo la Edad de Oro
en un cuento de Martí
como el pedir para sí
atropellaba el decoro.
Para el Maestro el tesoro
y más grande en su guerra
fue el arroyo de la sierra
a donde vino a luchar
y un día su suerte echar
con lo pobres de la tierra.
Era una historia preciosa
de un padre que al parecer
veía a sus hijos crecer
como una cosa grandiosa.
Con esa fe religiosa
apuntaba al cielo azul,
llegó a ocupar un curul
del Parlamento Cubano
y hasta estrecharle la mano
varias veces a Raúl.
Con su normal perretear
al Gobierno y al Partido
logró alcanzar su pedido
de construir otro hogar.
El Yuli se iba a casar
y según sus argumentos
en los ocho apartamentos
de la casa en que vivía
la familia no cabía,
lo que al final fue un invento.
Se enfermó de algo normal
y en La Habana se atendía
por eso pidió algún día
vivir en la capital.
Como era grande el aval
y muy potente su arma
enseguida dio la alarma
que se debía mudar
y le buscaron hogar
pronto al héroe de Parma.
Se cumplió así la quimera
de irse a la capital,
con industriales jugar
y fue su traición primera.
Dejaron la guayabera
por ser camisa sencilla,
se sentían ya de orilla
en la tierra del Yayabo
decidiendo al fin y al cabo
abrazar la Giraldilla.
Pero allá en la capital
aunque les iba mejor
pensaban en Nueva York
como destino final.
Comenzó el vendaval
los viajes, las relaciones
se manejaban millones
de ofertas para un contrato
mientras cumpliendo el mandato
Gourriel vendió convicciones.
Se pudrió esa familia
por dinero y por el oro
lo cambiaron por decoro
con la traición y perfidia.
Ahora Lourdes y Olga Lidia
los padres de los Gourriel
¿Qué le dirán a Fidel
a Raúl y seguidores?
que son vulgares traidores
que dejaron de ser fiel.
Siempre es dura la traición
pero cabe preguntar
lo que nos pudo fallar
en la aciaga decisión.
Falló la Televisión,
la radio, el INDER, la prensa
por su invariable defensa
y constante apología
mientas su alma la vendía
como oprobio y por ofensa.
Es la traición más profunda
del deporte en la memoria
que acabó con una historia
que parecía fecunda.
Se creyó que eran rotundas
y firmes sus convicciones
jamás se pensó en traiciones
por la familia Gourriel
que daba una imagen fiel
a nuevas generaciones.
Fue un final inesperado
Que nos lleva a reflexión
que en nuestra Revolución
nadie puede ser sagrado.
Se le otorgó demasiado
como a dioses de epopeyas
apenas sin dejar huellas
ni padecer de un desvelo
pero quisieron el cielo
sus astros y sus estrellas.