Por Jaime Zayas

Cierto infausto día, al productor español Carlos Vasallo se le ocurrió, de conjunto con el director Lilo Vilaplana, filmar una serie documental (“docudrama”, le llaman) sobre los “líderes del exilio cubano” (sic). Materializado el proyecto, CiberCuba publicó un artículo sobre el programa televisivo dedicado a los que Michael Moore llamó “acólitos de Batista que vivían a todo trapo mientras esa pandilla asolaba el país” y “nenes llorones” en su escrito “Exiliados en Miami: Una breve historia de la contrarrevolución cubana”, y que en la mente de los creadores de “Leyendas del exilio” se trastocan en supuestos héroes “en la lucha por la libertad”.

CiberCuba mencionaba, entre los “ilustres” invitados a comparecer ante las cámaras, nada más y nada menos que a Félix Ismael Rodríguez, infame ex agente de la CIA, involucrado en la captura y asesinato del Che y mercenario al servicio del mejor postor (generalmente, el gobierno de los Estados Unidos); José Basulto, terrorista, también reclutado por la CIA y fundador de la tristemente célebre “Hermanos al Rescate”; y, last but not least, el impune asesino, el terrorista abyecto, Luis Posada Carriles.

Uno pudiera pensar que con esa noticia, a CiberCuba le bastaba y le sobraba. Se había jactado de ser “agencia periodística”, cubriendo mediáticamente un proyecto televisivo en ciernes y obteniendo declaraciones exclusivas. Asumir que en sus artículos se esgrimirían los muy justos y condenatorios argumentos en contra de estas siniestras figuras, sería pedirle peras al olmo. Pero hasta la indolencia y la complicidad criminal tienen un límite, ¿no?

Pues no. No tienen límite. Al menos no en CiberCuba.

Para cerrar con “broche de oro”, la primera temporada de “Leyendas del exilio” transmitiría un programa con su personaje estrella: el victimario de Barbados, Posada Carriles, tendría un momento de inmerecida gloria en el horario estelar de América TeVé; y CiberCuba estaba ahí para difundir la noticia. No se trata solo del largo historial de salvajes crímenes, sabotajes, asesinatos, invasiones, que la mafia anticubana de Miami llevara a cabo contra Cuba y el resto de América Latina (en estrecha complicidad con Estados Unidos); no se trata de “dar voz” a un sector opuesto al gobierno cubano, a su sistema; no se trata de “transparencia” y “espíritu inclusivo”.

No, lo que hace CiberCuba, lo que hizo y lo que probablemente seguirá haciendo, es darle publicidad a un grupo de intolerancia anticomunista, darle promoción a una grey soez y miserable de almas ruines dispuestas a vender su Patria por un puñado de monedas. Y cuando se trata de criminales confesos como Luis Posada Carriles, ya no hay salvación posible: no valen argumentos retóricos del tipo “algunos lo odian, otros lo aman”, porque es un delincuente buscado y reclamado, un prófugo de la justicia, un acomodado beneficiario de la “falsa piedad” de presidente corruptos. Un asesino. 73 personas inocentes, 73 víctimas del “abominable crimen”, son saldo suficiente para todas las condenas posibles.

Si tanto es su afán por ejercer un “periodismo objetivo”, CiberCuba debiera atender a esos autores, artistas e intelectuales que se han dado a la tarea de divulgar la “leyenda negra” de este monstruoso personaje. Quizás, en vez de promover tanto “docudrama” apologético sobre terroristas, mercenarios, ladrones y saboteadores, debiera preocuparse por libros como “La historia íntima de Luis Posada Carriles dentro de la CIA”, del escritor José Luis Méndez Méndez, recientemente publicado; quizás debiera interesarse este sitio en una obra de la cual la afamada intelectual Stella Calloni, dijera: “Cuando pensábamos que todo se había develado y conocido sobre el sórdido y perverso homicida llega este texto colmado de datos, momentos y testimonios que dan fe de su valía.”

Sí, quizás CiberCuba pueda hacer eso. Quizás pudiera preocuparse por mostrar a sus lectores un poco menos de show y un poco más de verdad.

Pero sería como pedirle peras al olmo.