El pasado 28 de abril, al cierre del Festival Internacional del Periodismo en Perugia (Italia) intervenía la bloguera “disidente” cubana Yoani Sánchez quien, desde hace dos meses, está cruzando las dos orillas del océano Atlántico, en una económicamente injustificable gira mundial cargada de embustes, distorsiones y todo tipo de manipulación de la realidad cubana que la están desenmascarando ante el mundo por lo que realmente es, es decir, un estratégico elemento mediático que el poderoso y omnipresente vecino del norte está utilizando para su antigua lucha contra el pueblo cubano, un pueblo que en el patrio trasero de los Estados Unidos ha decidido escribir de forma autónoma e independiente su historia.
La intervención en el Festival de Perugia no sólo ha revelado el carácter sectario de la autoproclamada periodista y su incapacidad para hacer frente a preguntas incómodas, sino que ha acentuado la completa falta de argumentos y el extremismo -casi fanatismo- de sus seguidores, con el respaldo -al unísono- de una irresponsable y cada vez más servil prensa italiana.
Para entender esto, se necesita en primer lugar destacar un evento sin duda desagradable y de poco valor cultural. De hecho, después de la presentación del director del cotidiano La Stampa, Mario Calabresi, la intervención de Sánchez en el evento -que se ha distinguido de muchos otros de su tipo por permitir la libre entrada- era interrumpida inmediatamente por un pequeño grupo que agitaba banderas cubanas y del Movimiento 26 de Julio, gritando consignas por Cuba y en contra de los Estados Unidos, y no aprovechaba de la ocasión para desenmascarar las mentiras de la bloguera haciéndole determinadas preguntas.
Una vez expulsados de la sala a estos elementos agresivos, la intervención de Yoani Sánchez se desarrolló en total armonía, hasta el punto que -al final de un monólogo de casi una hora en el que el entrevistador, Mario Calabresi, preparaba y servía a la entrevistada, Yoani Sánchez, las bases para reiterar un discurso monótono que se repite desde hace meses- el mismo Calabresi, antes de dar paso a las preguntas, dijo: “Doy las gracias a todos, incluso a aquellos que no están de acuerdo. Gracias por haber escuchado con respeto”.
Sin embargo, el comienzo del debate desataba la ira de la organizadora del evento, Arianna Ciccone, que ha finalmente demostrado ser completamente intolerante frente a las intervenciones “críticas” que podrían destruir el guión dominante del Festival: “la disidente que lucha contra una dictadura comunista”.
En este sentido, Ciccone -repitiendo varias veces que era la organizadora del Festival, como para decir que esto le otorgaría una especie de poder superior en el desarrollo del debate- arremetía violenta y prepotentemente en contra de algunos miembros de la Asociación Italia-Cuba y de AsiCuba Umbria, con el claro objetivo de evitar preguntas críticas a Yoani Sánchez, generando caos, confusión y fuertes contestaciones -frente a su postura intolerante- que interrumpieron el curso normal del debate durante varios minutos. Posteriormente, según lo declarado por numerosos testigos que asistieron al evento, Arianna Ciccone calificaba a una señora que hizo una pregunta a Sánchez con epítetos miserables y vulgares, como “puta” y “vaca”.
Las únicas tres preguntas “críticas” dirigidas a Yoani Sánchez -tras una hora de monólogo sobre los males de Cuba y todas hechas de forma cortés y con el máximo respeto a pesar de las interrupciones de Ciccone- se referían a la guerra no declarada que los Estados Unidos mantienen contra la Isla desde hace más de cincuenta años, a su reciente viaje a Washington y su reunión con los congresistas cubanoamericanos a los que pidió más fondos para provocar un cambio político en Cuba, a las reuniones probadas con representantes diplomáticos estadounidenses en La Habana, a la falsa respuesta de Obama a su carta, y a las mentiras repetidas que difunde a través de twitter. Las respuestas se caracterizaron por un discurso al revés e inconcluyente.
Por ejemplo, en relación con la importante cuestión de su intervención en el Senado norteamericano, un hecho que sería considerado escandaloso y un acto de “traición” en todos los países del llamado mundo democrático, en un delirio de omnipotencia, Sánchez afirmaba ser una “diplomática popular, una persona que como ciudadana tiene el derecho de ejercer la diplomacia”. Reiteraba, una vez más, que pidió al Senado el cese del embargo (según ella una excusa utilizada por el gobierno cubano), y eludía por completo la cuestión relativa a las solicitudes de “ayuda” que dirigió a los políticos de Estados Unidos y, sobre todo, al hecho de que se reunió con políticos norteamericanos (de origen cubano) de la talla de Mario Diaz-Balart -hijo Rafael, Senador y Ministro del Interior de Cuba durante la dictadura de Batista, que huyó a Miami después del triunfo de la Revolución, llevándose fondos de las arcas del Estado, y luego creó La Rosa Blanca, una organización formada por casi todos los miembros del aparado represivo batistiano- e Ileana Ros-Lehtinen -hija de Enrique Ros Emilio Pérez, otro funcionario del régimen de Batista- que se conoce en Cuba como la loba feroz por ser una de las más vehementes defensoras de la línea dura contra la Revolución y por apoyar pública y activamente a los ataques terroristas contra la Isla, en uno de los cuales perdió la vida el terriblemente desconocido joven italiano Fabio Di Celmo.
O, por ejemplo, con respecto a las falsas respuestas de Obama a una carta que ella le escribió y que fue compilada en realidad por un representante diplomático de EE.UU. en La Habana, su argumentación se basaba en un improbable discurso al revés: no es culpa de Obama que no respondió a su carta o de ella quien inventó el fraude mediático, la culpa es del gobierno de Cuba que no está acostumbrado a trabajar en equipo. Así que la falsa respuesta de Obama, no era un embuste, era el resultado de un trabajo en equipo del gobierno de EE.UU., algo desconocido en Cuba.
A pesar de este “intercambio de puntos de vista” entre la bloguera y varios miembros del movimiento de solidaridad con Cuba, y a pesar de la delirante ferocidad de Arianna Ciccone, el tratamiento mediático de la intervención de Yoani Sánchez en el Festival Internacional de Periodismo ha sido prácticamente el mismo. Todos los medios italianos de difusión nacional han hecho referencia sólo al pequeño grupo inicial que gritaba consignas contra Sánchez -erróneamente identificándolo con la Asociación Italia-Cuba- y han completamente silenciado el resto del debate, la manifestación de la intolerancia de Ciccone o las respuestas evasivas, ambiguas y poco concluyentes de la mismo bloguero “disidente” cuya palabra parece no ser cuestionada.
Estos son algunos de los artículos publicados tras el final del Festival. “Yoani Sánchez en Perugia rechazada y el público arremete contra los castristas” (La República). “Perugia, castristas arremeten contra la disidente cubana Yoani Sánchez” (Il Giornale). “Protesta de un grupo castristas en el Festival de Periodismo contra la bloguera cubana” (La Stampa).
Il Corriere della Sera publicaba un artículo titulado “La bloguera Yoani Sánchez rechazada en Perugia. Gritos en contra de la disidente cubana” en el que, literalmente, transformaba el aislado delirio de Arianna Ciccone en enfrentamientos entre dos facciones: “fuerte agitación (…) durante el debate: decenas de personas han querido tomar la palabra, atacando duramente a la bloguera. Y además ha habido altercados violentos entre manifestantes y organizadores, que intentaban defender a Sánchez, para que ella hablara. Un verdadero escándalo, sólo apaciguado con la intervención de decenas de agentes de la policía. La bloguera ha sido escoltada hacia fuera”.
Il Fatto quotidiano invertía completamente la realidad, convirtiendo la colorida respuesta de la mujer insultada por Ciccone y dirigida a la misma Ciccone en “una peculiar – y para el orgullo nacional, muy gratificante – variante italiana: un ‘perra, perra’, gritó histéricamente una mujer contra Yoani Sánchez”.
Este evento, se deja atrás dos manchas permanentes. Por un lado, la intolerancia de un pequeño grupo de personas -incapaces de establecer un contacto sincero y auténtico con la Cuba revolucionaria del día de hoy y que aún viven anclados a los patrones culturales del siglo pasado, mientras que Cuba y América Latina marchan hacia la construcción del nuevo socialismo del siglo XXI- y de la “exuberante” Arianna Ciccone, que con unas pocas palabras y unos gestos ha expresado su intolerancia, destruyendo definitivamente le sentido democrático de un evento con “entrada libre”. Por otro lado, el escuálido servilismo informativo de los medios de comunicación italianos que han decidido respaldar abiertamente a la corriente principal de la cuestión cubana, es decir, demonizar el “régimen de los Castro” y a sus seguidores y celebrar sus críticos y los que los apoyan. La pregunta, el periodismo de investigación, la búsqueda de la verdad, son elementos adicionales y opcionales de un sistema de información donde entrevistado, entrevistador y mediador siguen el mismo guión, un sistema de información ya muerto y descompuesto, a la espera para el entierro.
Testo in italiano: Yoani Sánchez in Italia: il Festival dell’intolleranza e del servilismo
(Publicado originalmente en Capítulo Cubano)