Por Arthur González
Previo a la llegada del Papa Benedicto XVI a Cuba en marzo del 2012, elementos de la mafia terrorista anticubana impartieron orientaciones a sus asalariados en Cuba con el objetivo de evitar la visita del Santo Padre o al menos intentar que este se pronunciara a favor de los contrarrevolucionarios.
Las instrucciones fueron precisas, ingresar en las iglesias y permanecer dentro de ellas haciendo declaraciones a la prensa extranjera contra las autoridades cubanas, todo un show de bajo costo montado por viejos dinosaurios que se resisten a perder el protagonismo que alcanzaron durante años, bajo diferentes administraciones yanquis desde Dwight Eisenhower hasta George W. Bush.
En el 2012 una docena de esos contrarrevolucionarios pagados por Miami tomaron por la fuerza la iglesia de la Caridad en La Habana, e intentaron hacerlo en la Catedral de Holguín, de donde fueron expulsados por el propio Obispo al considerar el hecho como una grave falta de respeto a la Iglesia, hecho que quisieron amplificar y crearle una imagen negativa al prelado, sin lograrlo.
En La Habana las propias autoridades eclesiásticas convencidas de la manipulación política que pretendían llevar a cabo ante el arribo del Sumo Pontífice, solicitaron a la policía el desalojo del puñado de personas, muchas de ellas con pésima imagen y conducta antisocial.
El hecho fue denunciado días después por la TV cubana, pudiéndose escuchar por vía telefónica las órdenes que recibían desde la capital de la mafia anticubana para que permanecieran en la iglesia, a pesar de haber ingresado en contra de la voluntad del párroco.
Actualmente en un intento de remake de mala factura han vuelto por la picada, repitiendo el acto en la propia Catedral de San Isidoro de Holguín, donde encontraron una fuerte oposición de la comunidad religiosa, que junto al sacerdote impidieron la acción, hecho constitutivo de delito al penetrar y permanecer dentro del lugar en contra de la voluntad del religioso residente en ese lugar.
Paralelamente y siguiendo las indicaciones de Miami, cinco de esos financiados tomaron por asalto la Catedral de San Rosendo en Pinar de Pinar del Río, con la misma intensión, pero nuevamente las autoridades religiosas solicitaron apoyo de la policía ante la negativa de los contrarrevolucionarios de abandonar el recinto.
Resulta significativo el repetido hecho contra las iglesias, algo que no se observa en México para exigirle al gobierno una explicación sobre la desaparición de 43 estudiantes normalistas, ni en Guatemala por los casos de corrupción de la cúpula gubernamental, ni en Estados Unidos para pedir el cese de los asesinatos a jóvenes negros, y menos aun en España donde los desalojos, suicidios y el desempleo es creciente, por solo citar algunos casos.
Hechos como estos alejan aun más a la jerarquía católica de esa escasa contrarrevolución cubana que ve pasar su cuarto de hora al permanecer inamovible, sin percatarse que el carro de la historia los aplasta.
Los intereses estratégicos de la Iglesia Católica están por encima de las pretensiones de la mafia anticubana y por tanto nada podrá ante ponerse en su camino.
Por esa razón es la única Institución que ha perdurado 2015 años, a pesar de los crímenes cometidos cuando la Santa Inquisición, la matanza de civilizaciones como la azteca, maya e inca durante la conquista de América y otros hechos más cercanos.
Al final sus intereses siempre han primado al demostrar la sabiduría necesaria para aceptar los cambios del entorno, método que les permite mantenerse fieles a su credo y arrastrar con ellos a cientos de millones de personas en el mundo.
No por gusto José Martí expresó:
“La religión subsiste a pesar de los que so pretexto de mantenerla, acarrean sobre ella los mayores conflictos”.