Por Arthur González
El 26 de noviembre de 1961, integrantes de las bandas de contrarrevolucionarios alzados en las montañas del Escambray, al servicio de Estados Unidos, asesinaron al maestro alfabetizador Manuel Ascunce Domenech y al campesino Pedro Lantigua que lo albergó en su casa.
Unos meses antes la Revolución victoriosa se empeñó en erradicar el analfabetismo en toda Cuba, especialmente en las zonas campesinas, para lo cual se incorporaron de forma voluntaria cientos de miles de jóvenes para enseñar a leer y a escribir.
Manuel Ascunce apenas tenía 16 años y los “luchadores por la libertad”, organizados, entrenados y abastecidos por la CIA, sembraban el terror en esas zonas, con el fin de impedir los planes de la Revolución.
De madrugada llegaron a la casa del campesino y llamaron a su puerta; al ver al joven alfabetizador lo calificaron de maestro comunista, suficiente para ser asesinado cruelmente.
Ambos fueron ahorcados en un árbol, pero antes golpeados y torturados brutalmente.
Al ser encontrados, Manuel Ascunce tenía un profundo surco en su cuello, fracturado el cartílago laríngeo, sus órganos genitales golpeados y catorce heridas punzantes de diferentes grados de profundidad.
Lantigua con el rostro golpeado fuertemente, arañado su cuerpo por haber sido arrastrado varios metros con golpes visibles por diferentes partes del abdomen y un surco equitómico en su cuello.
Ellos no fueron los únicos asesinados, hubo cientos en todas las montañas de las provincias centrales de la Isla, muchos eran niños y adolescentes como parte de la política de terror que pretendieron sembrar.
La CIA los abastecía a diario por vía aérea para amedrentar al campesinado que apoyaba a la Revolución.
Esos asesinatos no podrán ser olvidados, a pesar de que Estados Unidos pretenda trastocar la historia, como se puede conocer ahora en cientos de sus planes desclasificados.
Las cruzadas mediáticas diseñadas por la CIA contra Cuba para lesionar la imagen del líder de la Revolución Fidel Castro, son muchas y sostenidas en el tiempo, de ahí que miles de personas en los Estados Unidos y otras partes del mundo se hayan formado una opinión distinta de la realidad.
Por esa causa hay que insistir en dar a conocer los contenidos de aquellos planes que ejecutó la CIA desde el mismo año 1959, con la intensión de cambiar la opinión internacional sobre la naciente Revolución y lograr su repudio por las masas que no tenían acceso a la verdad.
Un memorando fechado el 8 de mayo de 1961, elaborado por el Asistente Especial del presidente J.F. Kennedy, dirigido al Sub comité de Acción Política de la fuerza de tarea cubana, publicado en el Volumen X 1961-62, pp. 490-492, del Foreign Relations de EE.UU., afirma:
“Nuestra misión es redefinir el conflicto en Cuba, de modo que haga cambiar la opinión pública no solo en este hemisferio, sino también en Europa, África y Asia”.
En respuesta a esa proposición, la CIA elaboró el 19 de mayo del 61, un “Plan de Acción Encubierta (Volumen X, pp. 554-560), para debilitar el régimen de Castro”, el cual contempla entre sus múltiples tareas, una encaminada a: “ejecutar operaciones dirigidas a la destrucción de la imagen popular de Fidel Castro”.
Para alcanzar su objetivo, planificaron y ejecutaron operaciones para: “destruir la imagen de Castro, como un verdadero revolucionario interesado en el bienestar de su pueblo, sustituyéndola por la de un cruel dictador que, bajo las falsas banderas de las reformas revolucionarias, ha privado a su pueblo de las libertades básicas y ha convertido a su país en un satélite soviético”.
Hoy ante el fallecimiento de Fidel Castro, protagonista de la gesta revolucionaria cubana, el nuevo presidente de los Estados Unidos lo calificaba de “asesino que había fusilado a personas inocentes”, algo que forma parte de aquellos viejos planes para destruir su imagen.
Seguramente Donald Trump es uno de los tantos norteamericanos víctima de esas acciones de la CIA, al desconocer la verdad de Cuba, como tantos políticos que cuando han visitado la Isla se enteran de que está bloqueada económicamente y que su país es el responsable de la ejecución de cientos de actos terroristas causantes de muertes inocentes, como las de la primera epidemia del Dengue Hemorrágico introducido por sus agentes en 1981.De aquella epidemia inicial se infestaron 344 mil 203 personas y murieron 158 cubanos, de ellos 101 eran niños.
Esa es la verdadera historia que el pueblo cubano ha resistido desde hace casi 60 años, impulsados por su Comandante en Jefe, Fidel Castro, al que la CIA le preparó más de 600 planes para asesinarlo sin poderlo conseguir, verdaderos crímenes que no podrá olvidarse jamás porque como dijera José Martí:
“Olvidar es de ruines”