Yoani Sánchez, la vedette del Imperio, la seudo periodista de origen cubano a la que se pretende presentar como una Juana de Arco de nuestro tiempo enfrentada al Poder Estatal Cubano, llegó a Lima el jueves 4 de abril a las 10.30 de la noche. Trascendió, desde la mañana de aquel día, que ella arribaría a nuestro país, aunque no se obtuvo confirmación alguna de su arribo. Todas las indagaciones que se hicieron para obtener mayor precisión en torno al hecho, chocaron con un macizo muro de silencio: Nadie sabía nada.
Cuando el vuelo que la traía procedente de Miami, arribó a nuestra capital, nadie esperaba a la ilustre pasajera. Ella, salió subrepticiamente del edificio del Aeropuerto sin que siquiera la prensa reparara en sus desplazamientos. Aparentemente fue trasladada en vehículo cerrado, luego de haber desarrollado sus trámites aduaneros y migratorios en el mayor sigilo.
Ni partidarios de su visita, ni medios de comunicación radiales, escritos o televisados, tuvieron noticia alguna de su arribo. Y el diario “El Comercio” de Lima, que la tiene como “columnista dominical”, dijo el día viernes 5, lo siguiente: “Como parte de su gira mundial, la reconocida bloguera cubana Yoani Sánchez llegó ayer al Perú. Sin embargo, a diferencia de otros países en los que su arribo fue motivo de concurridos actos públicos, la visita a nuestro país se desarrolla con privacidad”.
Sí, privacidad fue lo que caracterizó el viaje casi de comienzo a fin. La publicitada bloguera ni apareció en ningún lugar ni cumplió ninguna tarea, salvo una postrera y prolongada presentación en el programa de Jaime Althaus -Canal por cable- la noche del lunes 8. En la circunstancia, el entrevistador recibió a su invitada con elogios desmedidos rayanos en lo chabacano y el ridículo, al tiempo que otorgó a la “bloguera” más de cincuenta minutos para que se explayara a su gusto en un encuentro grabado en las condiciones de mayor secreto y seguridad.
En estricto apego a la verdad habría que decir que su actividad se redujo a muy poco: a las 8 y 29 de la mañana del viernes 5 hizo conocer un mensaje por el Twitter diciendo escuetamente: “Ya estoy en #Peru”. En la noche de ese día, difundió otro mensaje: “estoy en la casa del premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa”. Y el lunes, poco antes de emprender su viaje a Buenos Aires, la entrevista grabada para el Canal N.
Entretanto, no faltó alguna publicación que especuló con el arribo de este oscuro personaje. Yoani Sánchez -dijo la revista “Velaverde”, “llegó invitada por dos amigas peruanas a las que conoció en Cuba, en el 2009. La amistad nace debido a que Sánchez y su esposo Reynaldo Escobar fueron guías turísticos de las peruanas durante su estadía en La Habana. Descansará el viernes [ayer] y el sábado y el domingo solo tendrá reuniones privadas”. Así fue de escueta la versión, que finalmente aseguró la revista: “Sólo estará hasta el lunes, porque tiene que viajar a Argentina para participar en un evento”.
La visita de Yoani al Perú no fue un hecho aislado, ni casual. Formó parte, desde un inicio, del desplazamiento internacional programado por sus patrocinadores en Washington, y no tenía otro propósito sino insistir en la sucia campaña anticubana desplegada por los medios contra la patria de Martí y de Fidel. ¿Qué hizo, entonces, que Yoani casi callara y optara por pasar virtualmente desapercibida en Lima?
En sus predios, se ha sugerido que se trataba de un “viaje privado”, de “estrictos fines personales”. Pero de haber sido concebido de ese modo, no habría recibido tratamiento antelado alguno. Desde que salió de la Habana, se sabía que el Perú estaba en los planes de la bloguera preferida de Washington ¿Qué ocurrió, entonces?
Si nos atenemos a la información recibida, sabremos que en Miami, tampoco quiso hacer gran cosa. Se presentó, apenas, en un almuerzo dado en su “honor” por los organizadores de su visita, evento por el cual cobraron a cada comensal, pero no quiso siquiera visitar la Universidad local para intercambiar impresiones con los estudiantes. Comparando estas magras exposiciones al público con el talante con el que iniciara su gira hace algunas semanas por Brasil, será posible registrar un notable cambio: Yoani perdió el brío.
No sabremos probablemente nunca si eso ocurrió porque se sintió intimidada por las muestras de repudio que recibió en todas partes -y también aquí-; o si se debió a una conclusión más bien pragmática a la que arribó ella misma en sus reflexiones más íntimas: no debo hacer nada porque igual habrá de ocurrir: no voy a convencer a nadie, y simplemente me voy a agotar.
En otras palabras: ¿para qué trabajo, si, total, igual me van a pagar, haga o no mi tarea? Probablemente aludió de ese modo a las sumas de dinero que recibe por parte de poderosos auspiciadores. El diario “La Primera” recordó que Yoani obtuvo más de 30 premios internacionales que le permitieron recaudar más de 400 mil dólares, al tiempo que recibe mensualmente más de 6,000 dólares otorgados por la Sociedad Interamericana de Prensa.
El señor Althaus lo admiró, probablemente, por su plata, aunque se cuidó de no aludir para nada a las ricas fuentes de financiamiento que la promueven, acompañan y usan contra Cuba, ese país para el que añora un Batista o un Pinochet.
Finalmente, la Yoani se fue, sin pena ni gloria, con su música a otra parte.
(Publicado originalmente en Nuestra Bandera)