por Enrique Martínez.
Los derechos humanos constituyen, entre otras cosas, la gran trampa de la humanidad. En eso los han convertido: sirven para atacar a los pueblos de naciones independientes, y para enmascarar la verdadera naturaleza del imperialismo.El socialismo no tiene que demostrar nada, las mayorías perciben de inmediato sus bondades. El imperialismo, en cambio, tiene que ocultar su naturaleza depredadora.
Prisioneros del gobierno de EE.UU. en la ilegal Base de Guantánamo, Cuba.La propiedad privada crea las élites que explotan a las mayorías y estas élites son incompatibles con los derechos humanos, por lo que la propiedad privada es incompatible con los derechos humanos.
Perogrullo se pregunta: ¿Adónde va a parar la plusvalía de los obreros? ¿Adónde va a parar el dinero de los trabajadores que laboran 12, 14 horas y más? ¿Adónde va a parar el dinero que cuesta una consulta médica o una operación; al bolsillo de los médicos, enfermeros y el personal del hospital? ¿Adónde va a parar el dinero de los libros, libretas, de las carreras universitarias; al bolsillo de los maestros y profesores? ¿Dónde está el dinero de la asistencia social o de los millares de discapacitados? ¿Dónde se esconde el dinero de los jubilados o de la seguridad social? ¿De dónde sacan el dinero los contribuyentes, que todos los años ofrecen su jugoso aporte sin chistar? ¿De dónde… Uf… Sería interminable.
Todo es una gran trampa… Potencian (por el mismo desarrollo) una clase media para ocultar el tremendo crimen y justificar el bienestar de las mayorías que mueren de hambre…
Decenas de reuniones y convenciones, múltiples conceptos y teorías, centenares de artículos y documentos, millones de palabras, millones de entes para justificar una actitud, para justificar la verdad de los derechos humanos. Después de guerras ambiciosas crearon los derechos humanos: el gran concilio de la humanidad los analiza en la ONU, la OEA, en cuantas organizaciones internacionales existen y por último, en casa de Malanga.
Más tarde los subdividieron en derechos sociales, civiles, de la sociedad, del niño, de la mujer, del indio, de la tierra, de los ríos, de los animales, de la bomba atómica, los derechos de todo. El tremendo relajo (ganancia de pescadores). Luego, los firmaron en justo concilio y por último los ratificaron (solo algunos, por supuesto). Todo para justificar una verdad imposible, una mentira condensada por los medios y las élites que dicen que su sociedad es funcional (sobre los hombros de los desposeídos, claro).
El capitalismo, útero de élites, aborrece las mayorías, sus derechos y emprende guerras que justifican con los derechos humanos. He ahí la gran trampa en que ha caído la humanidad.