Por Arthur González.
Buscando un golpe de efecto antes de la votación del proyecto de resolución cubano contra el bloqueo económico, comercial y financiero, impuesto por Estados Unidos hace casi 60 años, la embajadora ante las Naciones Unidas, Samantha Power, se dirigió al estrado de la sala principal de la Asamblea General, donde informó que su país se abstendría en dicha votación.
Fue un gesto inusual en los últimos 24 años que lleva el tema en discusión y evidenció que todo fue previamente calculado por los especialistas en publicidad e imagen.
El propósito era lograr que, ante el insólito anuncio, algunos países no se sumaran nuevamente al voto a favor de Cuba; para llamar aún más la atención le sugirieron vestirse de rojo.
Ninguno de esos subterfugios dio resultado, Cuba volvió a demostrar con elementos irrefutables, la malsana intensión de Estados Unidos por destruir la Revolución socialista y matar de hambre a su pueblo.
El canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, brilló con un discurso contundente y apasionado, en el cual denunció las maniobras que intenta ejecutar la nueva Directiva Presidencial, firmada por Barack Obama días antes de la votación, con el fin de confundir a los que no conocen a profundidad la política yanqui.
La abstención de Estados Unidos no es más que un acto de hipocresía para dar la apariencia de que existe un cambio real en la Casa Blanca, cuando la verdad es que se han dado cuenta que 58 años de actos criminales como la guerra económica, acciones terroristas, subversión ideológica, y la creación y financiamiento de la contrarrevolución interna, unida a los cientos de planes para asesinar a Fidel Castro, no les dieron los resultados esperados.
El aislamiento y rechazo que lograron por su descabellada política contra Cuba, los hace buscar nuevas fórmulas para eliminar el socialismo, que es realmente el motivo de su guerra y así está plasmado en la Resolución Federal No. 1085 sobre el Embargo del Comercio con Cuba, aprobada por J.F.K. el 06.02.1962.
El que Cuba hubiese aceptado la ayuda de la URSS cuando Estados Unidos se negó a venderle petróleo, y consecutivamente otros productos vitales para su economía, exacerbó los ánimos yanquis contra la triunfante Revolución, algo que se afirma sin tapujos en dicha resolución.
Basta leer cuando dice:
[…] “a la luz de la ofensiva subversiva del comunismo chino-soviético con la cual el Gobierno de Cuba está públicamente alineado…”
… Los Estados Unidos, de acuerdo con sus obligaciones… mediante el aislamiento del actual Gobierno de Cuba, y, por lo tanto, reducir la deriva de su alineamiento con las potencias comunistas.”
Años después le fueron agregando pretextos para mantener su asedio a la Isla, pero el único motivo es que no soportan que un país que fue de ellos, política y económicamente, decidiera tomar un rumbo independiente a solo 90 millas de sus costas, y menos aún declararse socialista.
Será por tanto muy difícil para Estados Unidos reconocer el derecho de Cuba a decidir su propio destino, y por ese motivo no dejarán de trabajar para impedir su desarrollo, en un intento de agotar a su pueblo por las penurias y que sea este quien rechace al socialismo.
Así fue reconocido por los analistas del Council on Foreign Relation, cuando afirmaron en 1999:
“La oposición de EE.UU. a la Revolución cubana y el apoyo a la democracia y al desarrollo en este hemisferio, lograron frustrar las ambiciones cubanas de expandir su modelo económico e influencia política”.
Los 191 países que apoyan a Cuba en su lucha para que Estados Unidos elimine la guerra económica, seguirán acompañándola en los años sucesivos, porque resultará muy difícil que el Congreso comprenda en los próximos dos años, que la Revolución socialista no tiene marcha atrás y que su vieja y criminal política solo les ha dado más repudio y aislamiento.
Mientras tanto los yanquis continuarán intentando minar la ideología de los jóvenes, con la ridícula esperanza de convencerlos para que sean ellos los que propicien la añorada Transición.
Por esa razón, hoy más que nunca los cubanos tendrán que hacer efectivas las palabras de José Martí cuando afirmó:
“Es la hora del recuento y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”.