Miami es una ciudad derechista, llenita de cubanos que no tienen voz, y que en su mayoría no comparten valores con los pocos que todavía hablan bien de la dictadura sangrienta de Batista, y no es extraño que seas censurado si eres amante de la democracia real, porque hay un miedo terrible entre los extremistas al poder popular en el condado Dade. Yo soy demócrata 100%, no soy comunista, pero digo que la “democracia” en Miami no existe, porque la gente casi no vota, no cree en los políticos y las alcaldías son centros de corrupción.
¿Cuántas veces vemos que los gobiernos locales pavimentan calles y plantas jardines públicos contratando a empresas de amigos o familiares? Yo lo veo a menudo. Con nuestros impuestos los corruptos arman piñatas muy difíciles de descubrir por la sociedad civil, porque en Miami no hay periodismo serio que sirva a su pueblo. Lo que hay son empresas de propaganda contra Cuba que solo obedecen a sus patrocinadores, anunciantes de la extrema derecha y algunas veces por debajo de la mesa les pagan entidades del gobierno. Todo muy Shh Shh.
Como el exilio cubanoamericano ha envejecido la industria médica y los planes de salud, están dando vueltas sobre la comunidad jubilada y enferma vendiendo a toda hora sus servicios. Por lo tanto es muy fácil ver a presentadores de televisión o comentaristas radiales involucrados en campañas publicitarias dirigidas por compañías en busca sobre todo del Medicare.
El sector privado, pensando en los posibles clientes dentro de una comunidad de derechas como la nuestra, inserta sus comerciales en medio de una programación idéntica al pensamiento ultraderechista de algunos sectores norteamericanos y sobre todo Republicanos. Si los miembros del Tea-Party y todos los demás racistas de aquí pudieran entender la programación radial y televisión local en Miami, se sentirían muy a gusto. Lástima que algunos jóvenes llegados desde Cuba como emigrantes económicos, estén siendo seducidos por toda esta propaganda panfletaria, y que ahora sean más anticomunistas que nadie, desconociendo su raíz de clase humilde, que jamás será perdonada por la ultraderecha en Miami. O sea, es como ponerse en venta y que nadie por desprecio te quiera comprar. Es trágico y quisiera que ningún recién llegado se deje intimidar por la rancia burguesía de Coral Gables (dejando fuera de esto a las familias decentes de esa ciudad), que solo conspira para utilizar esa juventud cubana.
(Publicado originalmente en el blog de Yadira Escobar)