Dos jóvenes han puesto en evidencia lo que dijo el representante Adam Schiff, demócrata por California, quien forma parte de la comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes: “Somos nuestro peor enemigo”. Pero las implicaciones rebasan la ignorancia inducida del pueblo norteamericano y la dictadura de las corporaciones en que se ha convertido Estados Unidos.
Tanto Bradley Manning como Edward Snowden no quisieron dañar a su país, y de hecho nadie ha podido vincular sus filtraciones con acciones terroristas contra Estados Unidos como argumentan los detractores, sin embargo, el primero está siendo llevado a juicio después de ser torturado y el segundo es un fugitivo por llevar a discusión un tema universal.
El soldado Manning ha dicho que quiere “que la gente vea la verdad… sea quien sea… porque sin información, el público no puede tomar decisiones con conocimiento de causa”. Cuando un agente del gobierno, que le visitó varias veces pretendiendo ser periodista y sacerdote, preguntó a Manning por qué no había vendido los documentos a un gobierno extranjero, este respondió que la información debía hacerse pública para provocar “una discusión mundial, debates y reformas”. Lo hizo a través de WikiLeaks y ha provocado la persecución a Julian Assange, fundador del portal.
Por su parte, Snowden, un ex técnico de la CIA, que trabajó como consultor para la Agencia Nacional de Inteligencia (NSA) de Estados Unidos, y fue quien reveló un programa de espionaje de esa agencia conocido como PRISM para monitorizar el tráfico de internet, cree que no ha hecho nada malo y no tiene miedo a lo que pueda ocurrirle.
“Quiero que el centro de atención sea sobre los documentos y el debate que espero que genere entre los ciudadanos de todo el globo sobre el tipo de mundo en el que quieren vivir (…) Mi única motivación es informar al público sobre lo que han hecho en su nombre y lo que se hace en su contra”.
Todavía el gobierno de Barack Obama, heredero y continuador de la política guerrerista de los halcones, representados en el gobierno de George Bush, no ha hecho más que tratar de “matar al mensajero” sin permitir que pase a debate lo principal.
La respuesta de Washington y sus aliados muestra que el poder desalmado prohíbe revelar crímenes de lesa humanidad cometidos por los soldados en sus guerras genocidas, pero sí se puede controlar y monitorear las conversaciones privadas de los ciudadanos.
Manning y Snowden, con su actitud heroica y ética, dan la razón a Noam Chomsky: “Hay una larga y muy instructiva historia que muestra la disposición de los Estados autoritarios para arriesgar el destino de su población, a veces muy profundamente, en aras de los objetivos de su política y ese es el caso del Estado más poderoso del mundo”.
Por revelar acciones como las contenidas en el video Collateral Murders, Manning está siendo enjuiciado, fue torturado y estuvo preso en Kuwait y Quantico. Snowden teme por su vida y por la de su familia. Está convencido de que no será perdonado por sus inquisidores.
Solo queda esperar a que más temprano que tarde estos hombres sean considerados héroes en la decadencia del imperio de Estados Unidos y que sus acciones repercutan en el mundo mejor al que debemos aspirar.
(Tomado de Isla mía)