Por:J. M. del Río
Hay un joven nombrado Eliécer Ávila, de origen humilde, que fue uno de esos tantos miles de cubanos que han sido favorecidos por la Revolución y culminaron sus estudios universitarios, algo que por constituir un derecho y resultar tan cotidiano, algunos parecen soslayar. Utilizando una frase bíblica diríamos que “de todo hay en la viña del Señor”. Encontramos entre nosotros a los que gustan hablar de lo que no tenemos y de lo que nos falta y que sin embargo, pocas veces o nunca hablan de lo que tenemos y forma parte inseparable de nuestros derechos adquiridos de forma natural, por el simple hecho de haber nacidos en este bello país en Revolución.
Me causa risa cuando algún extranjero visitante, adormecido por las campañas que la prensa internacional mediatizada repite con estridencia contra nuestro país y nuestra Revolución, se sorprende al escuchar los debates críticos y profundamente analíticos en que nos enfrascamos cotidianamente los que supuestamente somos “víctimas del castrismo”.
Este joven estudio en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI) creada en septiembre de 2002 para preparar profesionales en el área de la informatización. Hasta donde conozco, es la única universidad de ese tipo en América Latina. Allí se graduó como Ingeniero Informático y en aquel lugar recibió lo que el país pudo brindarle, que es similar en todas las universidades de Cuba, de forma completamente gratuita para él y para su familia. Un buen día se sintió con el derecho de cuestionarse lo que nuestro gobierno estaba haciendo en materia de educación y en otras áreas. No le critico que haya presentado esos cuestionamientos. Todos los que apoyamos a la Revolución tenemos derecho a cuestionarnos cualquier cosa en los lugares y en los momentos apropiados; pero no para luego, utilizando la falacia y el embuste, divulgarlos de forma aviesa y mal intencionadamente, si es que uno pretende hacer una crítica constructiva.
Este caballero se presentó en aquella ocasión como “un joven cubano”, que aspiraba a viajar y algún día poder visitar el lugar donde murió combatiendo el Che Guevara. Ahora hemos visto como el maquillaje se le descorrió y ha quedado en evidencia el verdadero rostro de alguien que ha vendido su alma al diablo (digo) al imperialismo. Resulta que acogiéndose a las facilidades de viajar al exterior que posibilita las reformas de la Ley de migración, nuestro joven “neo-opositor” le está dando la vuelta al mundo con todos los gastos cubiertos por “alguien”, lo que incluye visados, transportación, alojamiento, alimentación y cualquier otra cosa que pueda pegarse. Finalmente se hizo realidad su deseo, aunque hasta ahora no parece que su recorrido comprenda el lugar donde fue asesinado el Che.
Su periplo incluyó Miami. Allí, entre sus anfitriones, estaba precisamente el asesino del Che. Con ellos departió amigablemente y con mucha elocuencia, hizo algunos aportes al disparate y al dislate socio-político. En el Miami Dade College hizo gala de sus aportes a la s teorías socio-políticas y aseguró que “las favelas existentes cerca de los grandes rascacielos servían de estímulo a sus habitantes, que podían aspirar a vivir en un lugar mejor”. “En Cuba no sucede eso, porque no hay grandes rascacielos” y dando muestras de su total despiste en todos los aspectos de la vida, dijo que “el no había estudiado en la UCI para ir a cuidar niños en un Joven Club de Computación[1]”. Para él, luego de haberse puesto al servicio de los enemigos del pueblo, es más “importante y productivo” asistir a las clases de entrenamiento básico de computación y sobre la tecnología de los blogs, que se imparten en la Sección de Intereses de los EE.UU. en La Habana, con un alto contenido subversivo anticubano. En fin de cuenta ya es público y notorio que el “joven estudiante de la UCI, se ha convertido en un “destacado ciberdisidente” apoyado y financiado por esa misma gente que ahora él alaba.
El refrán venezolano que escogí para el título de este comentario viene como anillo al dedo. Algunos podrían pensar que es una pena que los profesores de la UCI hayan perdido su tiempo en este ejemplar. Para estos casos mi abuelita decía otro refrán algo pesimista: “el que nace para martillo del cielo le caen los clavos”. Yo por mi parte digo que cuando lo podrido se elimina por si mismo, el resto se conserva con más lozanía.
[1] Centros creados por la Revolución donde se han graduado más de tres y medio millones de personas en cursos destinados a proporcionar cultura informática a la comunidad
(Publicado originalmente en La Santa Mambisa)