Elizardo Sánchez Santa Cruz, alias El Camaján, cómplice de terroristas de la talla de Posada Carriles, pagado por la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, y gerente de la pequeña empresa mercenaria denominada Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN) también está de turismo político.
Como los otros cubanos que turistean subvencionados, amaestrados y bajo entrenamiento de la CIA, no está interesado en hablar con representantes populares, sino con personajes del talante de José María Aznar, criminal de las Azores y con personeros de varios partidos políticos en el Congreso de los Diputados, cuya política conocen bien los españoles, pero ha llegado en un mal momento para España entre otros tópicos candentes como los deplorables desahucios.
El desalojo de una familia de origen cubano, llegada a España en 2011, con tres hijos, dos de ellos menores de edad, por la policía de la vivienda que ocupaba en Alicante puso en evidencia el lado del capitalismo que parecían ignorar, mimados por ayudas que esperaban a perpetuidad por ser “luchadores democráticos” y la vulgar propaganda.
Sánchez, al parecer creyendo que estaba en Cuba donde la feroz campaña mediática contra la Isla convierte a su empresita en cita obligada, reclamó en Madrid, en una entrevista con Europa Press, una “situación humana” para los cubanos porque el gobierno de la Isla es el responsable de la “conflictividad” que los aqueja. Para los españoles sálvense quien pueda que el reino español es un modelo de democracia.
Sin embargo, olvidando que la mayoría de los ex carcelados en Cuba llegaron a la Península considerándose superiores o inmunes, un centenar de miembros y simpatizantes de la plataforma Stop Desahucios se dispusieron a apoyarles, se concentraron en la finca, ubicada en la calle Colombia, en la confluencia de la Gran Vía con la avenida de Novelda, según un relato noticioso.
Solidarios se reunieron en el zaguán de acceso a la vivienda para impedir el paso a la policía. Los agentes comunicaron que el juez mantenía la orden de desahucio, por lo que en cuestión de minutos se disponían a entrar por la fuerza. Los manifestantes celebraron una improvisada asamblea para decidir si se trasladaban al Ayuntamiento para buscar una alternativa, o prestaban resistencia en la casa. Al final, y por amplia mayoría, votaron a mano alzada y se quedaban todos para impedir el paso policial. Muchos se sentaron en el suelo, y los agentes fueron uno por uno sacándolos a la fuerza.
Si el Camaján estuviera en la Isla y hubiese sucedido un desahucio, no los miles de España, el alboroto mediático haría saltar hasta los voceros de la Casa Blanca por “las violaciones de los derechos humanos del régimen”. Bien calla la prensa amordazada del capital que Gilberto Martínez, el ex preso desahuciado con su familia, ahora, entre sollozos, dijo que quiere regresar a Cuba donde sus derechos humanos no fueron violentados como lo sabe hacer el capitalismo español.
Sería mucho pedir que un mercenario pagado desde Estados Unidos para el trabajo sucio de falsas listas de detenidos que incluyen hasta asesinos vulgares, a nombre de simulados derechos humanos, fuera a solidarizarse con los desempleados españoles que acaban perdiendo sus viviendas. Pero, que culpe por “situaciones conflictivas” que atraviesan algunos de los antiguos presos de la isla por estos problemas a la “chapuza” que coordinaron en 2011 los Gobiernos de Cuba, que según sus palabras llevó la voz cantante, España y la Iglesia de la isla, es cuando menos desfachatado, cínico.
Mientras los políticos españoles no saben por dónde van a salir con la inestabilidad social, Elizardo Sánchez ha dicho que los mismos “prometieron actuar para impedir acciones perjudiciales para el pueblo de Cuba” mientras abandonan a los suyos, y ha añadido que ve “crucial” el “apoyo pluripartidista” a la defensa de derechos y libertades en Cuba. ¿Quién tendrá la cara más dura?
(Publicado originalmente en ISLA mía)